Nuestra cultura marca nuestra manera de educar a nuestros hijos y de ser padres. Los valores que queremos inculcar a nuestros hijos son valores que en su mayoría están aceptados culturalmente en el entorno que vivimos. Pocas veces, muy pocas, nos paramos a pensar si son esos valores en los que verdaderamente creemos o son unos valores impuestos por la sociedad en la que vivimos.
Cómo educar a nuestros hijos es , sin duda, una tarea difícil. Es cierto que no hay un manual de instrucciones que todos podamos seguir. Lo más importante en nuestra faceta a la hora de educar es pensar qué valores queremos inculcar en nuestros hijos.
En mi caso, yo quiero que mis hijos:
“Sean felices y hagan felices a las
personas que les rodean”
Puede parece utópico pero ese es mi objetivo. Que sean felices. Ahora bien, la felicidad es un concepto muy abstracto. Para cada uno de nosotros, la felicidad se define de una manera diferente y la felicidad la forman diferentes aspectos.
Os invito a reflexionar qué es para vosotros la felicidad y por tanto si estáis educando a vuestros hijos en ese camino. Hay veces que sin darnos cuenta (y esto nos pasa a todos) nos obcecamos en seguir el camino que traza una sociedad y no el camino que trazamos nosotros mismos.
Si echamos la vista atrás, a otros tiempos pasados, estarás de acuerdo conmigo que muchas veces te has encontrado en alguna conversación diciendo:
“¿pero cómo podían hacer eso?
¿pero cómo se pensaba que eso era lo mejor?”
Eso mismo nos puede pasar con la manera de educar que tenemos ahora. En su momento, esa manera de educar estaba “bien vista” aunque no fuera la correcta. Por tanto, no hay que seguir patrones culturales ni homogéneos. Simplemente hay que creer en unos valores personales y familiares. Esos son los que perdurarán en el tiempo, los que no tienen fecha de caducidad, los valores que les quieras TÚ implantar a tus hijos y no los valores que te implante una sociedad.
