Recuerdo bien hace unos cuantos años a una madre de una amiga, de profesión enfermera, decirnos:

“Las personas nos preocupamos si nos rompemos un brazo, si nos duele una rodilla, pero pocas se preocupan de cuidar su mente y es aquí donde empiezan la gran mayoría de todos nuestros problemas. Nuestro cerebro es un órgano más”

Bueno, me quedé perpleja. Yo tan solo tenía 13 o 14 años pero me impactó oír esas palabras. No sé bien por qué. A lo mejor porque me empezaba a interesar el campo de la psicología y me impactaba y asombraba todo lo relacionado con nuestra psique y seguramente también porque debía pensar lo mismo aunque nunca lo hubiese articulado o expresado a los demás.

Hoy por hoy, ya más adulta, con más experiencia en la vida, con muchas batallas ganadas y con muchas derrotadas superadas creo fervientemente que si nos preocupásemos más en cuidar nuestra mente y si le ofreciésemos y dedicásemos el tiempo que necesita nuestras vidas serían mucho más fáciles.

Vivimos en un mundo dominados por el vaivén de nuestras obligaciones tanto personales como profesionales. Vivimos obsesionados por tener más tiempo descuidando las cosas más importantes para nosotros. Vivimos estresados y maniatados a un agotamiento físico que malgasta tarde o temprano nuestra psique. Sentimos que nuestro nivel de vida, nuestras obligaciones, nuestros deberes, esos que llevamos haciendo durante meses o incluso años, ya no los ejercemos con la misma eficacia y eficiencia que antes, nos cuestan más. Nos sentimos más débiles pero no cambiamos nada porque seguramente cambiar el ritmo y nivel de nuestras vidas es de alguna manera sentirnos incapaces e ineptos. Y la vida pasa. Y el estrés aumenta. Y como estoy bien físicamente no creo que sea importante que no pueda dormir, que me altere con facilidad, que sea más intolerante, que tenga menos paciencia con los que quieren. Y como estoy bien físicamente creo que todo forma parte de algo transitorio que se arregla solo y por arte de magia.

Ojalá fuéramos todos más conocedores de los efectos fulminantes del estrés. Ojalá fortaleciéramos nuestra mente para combatir contra un estrés detonante. Ojalá cuidáramos más nuestra mente porque es ella el eje de nuestra vida, el motor.

Cuida tu mente porque así cuidas tu cuerpo.