Recientemente en una sesi\u00f3n de coaching, mi coachee hablaba de la buena comunicaci\u00f3n que hay entre su pareja y ella.<\/p>\n\n\n\n
– Tenemos una muy buena comunicaci\u00f3n. Podemos hablar de todo y no enfadarnos. Pasamos el d\u00eda juntos, hablamos de nuestras cosas. No nos solemos enfadar, nunca nos faltamos el respeto.<\/p>\n\n\n\n
– \u00bfCu\u00e1ndo fue la \u00faltima vez que os enfadasteis?<\/p>\n\n\n\n
– Hace aproximadamente 2 a\u00f1os y fue por una menudencia.<\/p>\n\n\n\n
No te voy a mentir, me qued\u00e9 perpleja. No pod\u00eda pensar que en los tiempos que corren haya matrimonios que no discutan. Adem\u00e1s de quedarme perpleja, el escepticismo se apoder\u00f3 de todo mi ser. \u00bfPor qu\u00e9 soy incr\u00e9dula?<\/p>\n\n\n\n
Vamos a dejar los t\u00e9rminos claros. Lo ideal, lo sano, lo mod\u00e9lico, lo ejemplar, lo que cada uno debe exigir en una relaci\u00f3n es\u2026<\/p>\n\n\n\n
Pero no estar de acuerdo en diferentes aspectos de la vida, enfadarse o discutir es tan necesario en una pareja como el aire lo es para nuestros pulmones.<\/p>\n\n\n\n